- Tof@EITR-Malaga
- 28 nov 2017
- 2 Min. de lectura

Soy francés. Viví un año en Málaga en 2005. Durante este año, conocí a Ana Crehuet Fernandez que se volvió una amiga mía. Volví a Francia, pero nos mantuvimos en contacto.
Decidió abrir su empresa, EITR, en Málaga, para ofrecer a los jóvenes cursos de idiomas y prácticas en el extranjero.
En 2011, me pidió que trabajara para ella para encontrarle clientes para su programa de "au pair". Así que trabajé para ella durante unos meses, sin contrato de trabajo, pagado a comisión. Un día, decidió no volver a trabajar conmigo, sin pagarme ninguna indemnización por despido por supuesto. Me prometió pagarme comisiones que aún no me había pagado. Pero nunca les pagará, a pesar de varios correos electrónicos para recordarla de eso.
Hace poco, decidió responderme porque le amenazaba con darle mala publicidad en las redes sociales acerca de eso. Pretendió que era un malentendido, que nunca quiso no pagarme. Me garantizó que me pagaría pero me impuso condiciones: quería una factura para su contabilidad. El problema es que nunca eso fue parte de nuestro acuerdo. Es mi empleadora. Soy el empleado. ¿Desde cuándo cobra el empleado a su empleador? Pero como me dijo que sin factura no me pagaría, al final le hicé una factura...
Ahora que tiene su cuenta, está sistemáticamente cuestionando lo que me debe. Ella se niega a pagar el número de comisiones que le cobro, se niega a pagar una penalidad por mora (llevo 6 años esperando que me pague). Como siempre, hay que hacer todo según lo que ella decidió.
Hoy todavía me debe 420 euros y ya no me contesta. Parece que prefiere tener mala publicidad en Internet en lugar de pagar su deuda...


